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Andrea Bacchetti, «crescendo continuo»

La carrera concertística y discográfica del joven pianista Andrea Bacchetti (Génova, 1977) ya es más que respetable. Debutó en Milán a los once años de edad como solista en compañía de Claudio Scimone al frente deI Solisti Veneti y entre sus grabaciones más celebradas está la integral pianística de Berio y unas sensacionales Variaciones Goldberg de Bach. Empezamos hablando con él precisamente de esta magna composición.

Usted ha explicado en alguna ocasión que siendo todavía un niño escuchó la grabación que de las Variaciones Goldberg realizara en 1955 Glenn Gould y se quedó tan impresionado que incluso se decidió a empezar a estudiarlas…

Tenía unos doce años cuando las escuché por vez primera. Mi profesora del conservatorio me dijo que eran una referencia obligada en la «discoteca» de un chico que comenzaba a estudiar las Suites inglesas de Bach y que las Goldberg me proporcionarían un más amplio conocimiento del autor que estaba estudiando. De modo que inevitablemente compré la edición de Glenn Gould de 1955 que me entusiasmó. Su brillantez en la articulación y su velocidad sobrehumana me conmocionaron e incluso ahora, muchos años después de comenzar a estudiarlas, continúan sorprendiéndome. Me di cuenta de la enorme dificultad técnica trascendental de las Goldberg que Gould superaba . A pesar de ello creo que para un joven que comience sus estudios es muy importante que se familiarice con la música de Bach.

Usted ha manifestado que prefiere la polifonía bachiana a la de Chopin y Liszt y que se siente muy a gusto con Bach desde una perspectiva netamente pianística. Incluso has definido tu aproximación a las Goldberg como «mística y reflexiva»…

Prefiero interpretar el repertorio barroco en un instrumento moderno porque me brinda la posibilidad de disponer de una mayor «fantasía » tímbrica, de modo que dispongo de una mayor comunicabilidad y proyección de las emociones subjetivas que contiene la música. Ciertamente muchos momentos se acercan a la plegaria, y otros a la alegría eufórica de la fiesta, pero siempre desde una perspectiva de «sentimiento subjetivo», de intentar hacer disfrutar al público transmitiendo lo que siento dentro de mí. Me fijo en el aspecto místico y reflexivo que es como un mosaico que va componiéndose durante el viaje en lo que se refiere a la elección de los tempi escogidos al principio que me ha sugerido y estimulado un modelo interpretativo más reflexivo y austero y en esto me ha ayudado mucho el piano, los pedales, la dinámica, etcétera.

¿Su percepción de esta música y del virtuosismo tiene qué ver con sus experiencias en el campo de la música contemporánea?

Ciertamente en cuanto se refiere al aspecto polifónico, es decir, la absoluta claridad e independencia de la línea. La influencia de mis estudios sobre Luciano Berio es muy grande. Berio decía que en primer lugar era necesario interpretar las frases largas sin perder el detalle de la articulación y desde luego conocer perfectamente la métrica -posiblemente partiendo del teatro griego- para construir sabiamente una línea; después los colores, el «toque»… Conocer todos los elementos básicos de toda la música desde Bach a Berio y todo el resto. Para una correcta y atenta educación de un joven de talento, es absolutamente fundamental lo que se asimila sobre las invenciones o sobre las suites de Bach (por Josep Pascual).

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